La cooperación y la cortesía

Cooperación y Cortesía:

Los actos de habla indirectos, como los que vimos en la sección anterior, se usan para mantener la cortesía entre los interlocutores, es decir, para mantener el equilibrio social y las relaciones amistosas. Cuando los hablantes deciden tener una conversación, aceptan una serie de normas tácitas sobre lo que es aceptable. Esas normas exigen que el hablante siga lo que el filósofo y lingüista británico Herbert Paul Grice llamó el principio de cooperación (Grice, 1991): que los participantes en una conversación van a contribuir a ella de la manera necesaria para que la comunicación tenga éxito. Este principio de cooperación consta de cinco componentes a los que Grice llama máximas conversacionales:

Máxima de cantidad. Se refiere a la cantidad de información que debe darse en una situación comunicativa: ni más ni menos que la requerida.

Máxima de calidad. Intente siempre que su contribución sea verdadera.

Máxima de relevancia. Asegúrese de que lo que dice es relevante.

Máxima de modo. Sea claro, breve, ordenado y evite la ambigüedad.

Cuando participamos en una situación comunicativa, suponemos que los participantes van a respetar las máximas de Grice. Cuando una o varias de las máximas se violan en una comunicación pueden ocurrir dos cosas. Por una parte, una violación de una máxima conversacional puede llevar a que se rompa la comunicación. Considera la siguiente conversación en la que Lucía está de visita en la Universidad de Yale y quiere encontrar la biblioteca. Le pregunta al hombre que se encuentra en el campus:

–Perdone, ¿podría decirme dónde está la biblioteca?
–Las bibliotecas son un lugar fantástico para buscar información si uno está haciendo investigación sobre algún tema. También son un buen lugar para reunirse con otras personas que quieran trabajar juntas en algún tipo de proyecto que requiera acceso fácil e inmediato a fuentes bibliográficas. Si sigue usted caminando unos doscientos metros por esta calle, verá la biblioteca a su derecha.

El hombre ha violado claramente la máxima de cantidad, ya que le ha dado a Lucía mucha más información de la necesaria. Y probablemente haya violado también la máxima de relevancia. El resultado es que, seguramente, Lucía querrá terminar inmediatamente su conversación con este hombre. En este caso, violar las máximas conversacionales tiene como consecuencia la ruptura del intercambio comunicativo y el fin de la conversación.

En otros casos, un hablante viola deliberadamente una máxima conversacional y lo hace para que su interlocutor se dé cuenta de que lo que está diciendo tiene un significado implícito que es diferente o va más allá que el significado literal de sus palabras. Esto es lo que Grice llamó la implicatura. Fíjate en este ejemplo:

Una pareja está preparando la cena enfrente de sus dos hijos de 3 y 5 años. Quieren preparar una sopa de pollo y el padre le pregunta a la madre: “¿qué te parece si hacemos un líquido caliente con sabor a ave doméstica?”. Claramente, el padre está violando la máxima de modo porque lo mismo se podría decir de una manera más breve y clara. La madre entiende que el padre está violando la máxima de modo y sabe que a los niños no les gusta la sopa, por lo que infiere que el padre no quiere que los hijos entiendan la conversación. Esto es lo que llamamos una implicatura conversacional.

Práctica

En las siguientes conversaciones, decide cuál es la máxima conversacional que se viola y cuál es la implicatura:

Piénsalo:

Piensa en algún ejemplo en el que hayas notado que alguien viola una máxima conversacional. Explica cuál es y la razón por la que se violó. Si no recuerdas ningún ejemplo, crea situaciones como las anteriores en las que no se respete alguna de las máximas

En la conversación, es de interés mutuo mantener la “imagen” de uno y de su interlocutor. Las estrategias de cortesía derivan de esta necesidad de salvar o guardar la cara, ya que es vulnerable.

 

Muchas interacciones conversacionales son amenazas a la imagen pública.

 

  • los mandatos, pedidos, sugerencias, consejos, etc. son amenazas a la “cara negativa” (de autonomía)

 

  • las expresiones de desaprobación, desacuerdos, acusaciones, interrupciones, etc. son amenazas a la “cara positiva” (del sentido de valor)

 

  • las confesiones y disculpas son amenazas a la “cara positiva” de la persona que las hace.

 

Otro tipo de situaciones en los que pueden romperse las máximas conversacionales tienen que ver con la cortesía. En nuestras conversaciones con los demás, intentamos mantener ciertas normas de cortesía que podríamos resumir así:

  • No se imponga
  • Ofrezca opciones
  • Refuerce los lazos de camaradería

Cuando hablamos de cortesía, es importante mencionar el concepto de la imagen social. Todos los hablantes tenemos una imagen que queremos proyectar y conservar. Hay una imagen positiva, que se refiere a la necesidad que tiene un individuo de mantener su autoestima, y otra negativa, que es nuestro deseo de ser autónomos y no estar bajo el control de otros (en inglés save face). En nuestras conversaciones, la cortesía nos pide mantener nuestra propia imagen y la de nuestros interlocutores. El problema es que hay ciertas interacciones que se consideran actos amenazadores de la imagen (en inglés face threatening acts). Estos actos son frecuentemente mandatos, porque cuando le damos a alguien orden, estamos poniendo en peligro su autonomía. Por eso los mandatos se disfrazan de otra cosa (“¿podrías pasarme la sal?” en lugar de “pásame la sal”). Pero también pueden ser disculpas o excusas, promesas, amenazas, confesiones, prohibiciones, etc. Más arriba vimos un ejemplo de un anuncio en el que se prohibía la comida dentro de una biblioteca, pero se hacía de una forma indirecta para suavizar la amenaza a la imagen del que lo lee.

Puesto que en una conversación siempre tiene que haber al menos dos participantes, un emisor y un receptor, y hay dos tipos de imagen, una positiva y una negativa, pueden darse cuatro casos de actos amenazadores de la imagen:

Acto amenazador de la imagen Ejemplo
Amenaza a la imagen positiva del emisor cuando hacemos confesiones, autocríticas, etc.
Amenaza a la imagen positiva del receptor cuando insultamos, llevamos la contraria, ridiculizamos, rechazamos una invitación, etc.
Amenaza a la imagen negativa del emisor cuando hacemos una promesa, una oferta, etc.
Amenaza a la imagen negativa del receptor cuando damos una orden, un consejo, una prohibición, etc.

 

Por supuesto, este tipo de actos son muy habituales en interacciones normales entre los hablantes. No es extraño dar consejos, rechazar una invitación, hacer una promesa, etc. Por eso, cada lengua desarrolla una serie de estrategias que sirven para evitar cometer estos actos amenazadores de la imagen. En español usamos una serie de procedimientos acompañantes (Calsamiglia y Tusón, 1999) para anunciar y preparar estos AAIs. Entre ellos están:

Procedimiento acompañante Función Ejemplo
Reparaciones Excusas y justificaciones Es que…

Lo siento, pero…

Minimizadores Reducen la fuerza de la amenaza Sólo quería saber si…

Simplemente le quería preguntar…

Modalizadores Atenúan la fuerza de la aserción Creo que…

Sin duda…

Desarmadores Anticipan una posible respuesta negativa para lograr la positiva Ya se que estás ocupadísima, pero…
Cameladores Expresiones de adulación que hacen de contrapeso Tú que entiendes tanto de ordenadores ¿no podrías ayudarme a ver qué le pasa al mío?

 

Práctica

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Introduccion a la lingüística del español Copyright © by Lucia Taylor and frubio. All Rights Reserved.

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